
Hace ya muchos años que Graham Parker está muy lejos de avistar siquiera la parte baja de las listas de éxitos, pero todos los buenos aficionados a la música pop saben bien que eso tiene muy poco que ver con que la música que hace un artista sea buena o mala. La de Parker sigue siendo espléndida. No, quizá, a la altura de sus grandes clásicos de finales de los años 70 y principios de los 80, pero siempre cálida, honesta y reconfortante.
Recientemente se ha publicado “Cloud Symbols”, en el que ya no está, como en los inmediatamente anteriores, The Rumour como banda de acompañamiento, aunque sí se mantiene al frente de los Goldtops (el nombre de su nuevo grupo) su formidable guitarrista Martin Belmont, compañero de fatigas de Parker desde sus primeros tiempos. También está, por cierto, el exquisito teclista Geraint Walkins, a quien muchos conocimos por su trabajo en algunos de los maravillosos discos recientes de Nick Lowe y que tiene también estupendos discos en solitario.
Sea como fuere, el disco es una verdadera delicia, situándose seguramente entre lo más atinado que ha grabado el londinense en las dos o tres últimas décadas. Y es que si, como decíamos, siempre ofrecen sus discos material ciertamente aprovechable, “Cloud Symbols” resulta particularmente inspirado en su nada sorprendente pero sí perfectamente equilibrada y degustable combinación de pop de aroma sesentero y, rhythm and blues al estilo de Nueva Orleans.
Aprovechando que el maestro cumplía ayer mismo 68 años y al hilo de su excelente nuevo disco, recuperamos su entrada correspondiente de la Guía Esencial del Punk y la Nueva Ola que puedes leer más abajo.
PARKER, GRAHAM
Fue uno de los grandes genios surgidos de la vibrante escena pop británica de mediados de los setenta, y aún hoy sigue sacando esporádicamente álbumes que si bien es cierto que distan mucho de alcanzar las cotas logradas con algunos de sus clásicos, sí tienen al menos unas cuantas buenas canciones con las que arreglar, por ejemplo, una tarde de domingo.
Parker cambió en 1975 el mango de un surtidor de gasolina por el mástil de una guitarra eléctrica y pocas veces un cambio de timón tan brusco produjo resultados tan afortunados. En aquel año se trasladó de su Surrey natal al Londres pre-punk, donde un buen puñado de músicos combatía el aburrimiento del insoportablemente imperante rock sinfónico tocando rhythm and blues en garitos de público escaso pero muy entusiasta -lo que se dio en llamar «pub-rock»-.
Deambulando por pubs y mirando anuncios en los periódicos se puso en contacto con algunos de los más interesantes músicos de la época y formó una fabulosa banda de acompañamiento, The Rumour, en la que militaban Brinsley Schwartz (guitarra), Bob Andrews (teclados), Martin Belmont (guitarra), Stephen Goulding (bajo) y Andrew Bodnar (batería), a quienes puedes localizar en otras páginas de este mismo volumen (ver Rockpile, Elvis Costello, Squeeze, Nick Lowe, Dave Edmunds…)
Su primer álbum, publicado en 1976 y producido por el gran Nick Lowe, es pieza imprescindible para cualquier aficionado al pop. Simplemente la hermosísima «Between you and me» -una de las mejores canciones de todos los tiempos a juicio de quienes firmamos estos papeles- hace de “Howling wind” un disco obligatorio, pero es que además el resto del álbum es sencillamente soberbio. Ágiles piezas de sudoroso rhythm and blues endulzado con melodías claramente pop como «White honey», «Silly thing», «Soul shoes» o «Back to schooldays» se mezclan con medios tiempos irresistibles del calibre de la ya mencionada «Between you and me» o la intensa «Don´t ask me questions» en un disco pletórico.
No era, sin embargo, más que el principio de una carrera brillante y prolífica como pocas. En “Heat treatment” (1977) Parker volvía a las andadas con otras diez robustas canciones. La voz un tanto negroide y siempre emocionante de Parker despacha en esta ocasión joyas como «Back door love», «Hotel Chambermaid» o «Fool´s gold», auténticas joyas que sirven de puente entre el rhythm and blues y el soul de los sesenta y el pop nuevaolero de la época.
Su siguiente disco es un Lp promocional titulado “Live at Marble Arch”, con tomas en directo de sus canciones más clásicas, y que prácticamente sólo se puede encontrar en ediciones piratas.
“Stick To Me”, su siguiente entrega, ofrece más de los mismo: una visión ácida envuelta en sonidos de lujo: la voz de Parker y el acompañamiento del Rumor. Curiosamente, su mejor momento es la fabulosa versión del clásico de Ann Peebles “I´m Gonna Tear Your Playhouse Down”.
Los típicos problemas con la discográfica americana, Mercury, impulsaron a Parker a sacar un disco doble con tres caras en directo y una en estudio para acelerar el cumplimiento del contrato por cinco discos. Aún así, “The Parkerilla” es un documento extraordinariamente revelador acerca de la pasión y potencia en directo de Graham Parker and The Rumour.
El disco que le consagró definitivamente como una de las grandes estrellas de la nueva ola británica fue “Squeezing out Sparks”, publicado en 1979 y producido por Jack Nitzsche. Tan bueno como los precedentes, es considerado por muchos como su obra maestra. Desde luego, buenas canciones no le faltan, y entre ellas, el clásico «Local girls», la preciosa balada «You can´t be too strong» o la combativa «Saturday night is dead». Por fin, tras este disco logró romper su contrato con Mercury y firmar con Arista. Para celebrarlo editó un doce pulgadas con la devastadora “Mercury Poisoning”. Por si las moscas, Arista no se atrevió a poner su sello en el disco.
Con “The Up Scalator” (1980) Graham Parker inaugura una breve etapa con Stiff, sello en el que no permanecería más que un año. El álbum es nuevamente una verdadera delicia, destacando la contagiosa «Stupefaction», con un estribillo realmente adhesivo, y la fantástica «No holding back», con un riff de guitarra memorable.
Para su siguiente álbum Parker se separó de El Rumor, que continuaron en solitario (ver The Rumour). Quizá la marcha de tan emblemáticos músicos se deje notar en el sonido de “Another grey area”, pero las canciones no se resienten, y Graham vuelve a dar buenas muestras de su inagotable talento. Ya no hay nada nuevo que descubrir en él; el disco es una mera continuación de su obra precedente, pero hay en él espléndidas canciones repletas de sabor, energía y emoción, lo que no es decir poco. Como muestra un botón: “Temporary beauty”, la balada que abre el álbum, es una maravilla antológica, o la frenética “Can´t waste a minute”, un espléndido corte de pop-rock atemporal.
Bastante más flojo sí es “The Real Macaw”, quizá el menos interesante de su extensa discografía, afectado sobre todo por una producción artificiosa y definitivamente desafortunada, aunque canciones como “South America vacation” no están del todo mal.
En 1984 Parker decide cambiar de aires e irse al otro lado del Atlántico, donde ficha para Elektra y graba, recuperando para la ocasión a Brinsley Schwartz, el muy apreciable “Steady Nerves”, con el que se presenta como Graham Parker and the Shot. Con una producción también más impactante y edulcorada, el disco mantiene un aceptable nivel en la composición. Temas como «Break them down» o la bonita balada soulera «Wake up (next to you)» alcanzaron cierta repercusión en las listas.
A pesar de los decentes resultados de Steady Nerves, Parker desapareció del mapa durante una buena temporada para reaparecer en 1988 con “The Monalisa´s Sister”, producido por él mismo junto a Brinsley Scwartz y recibido con verdadero entusiasmo por la crítica especializada. El disco tenía, en efecto, otro montón de buenas canciones. «Back in time», como el propio título sugiere, rescataba el sabor de los primeros tiempos, mientras que la balada «I´m just your man» pone la carne de gallina con facilidad y «Ok Hieronymus» muestra cómo hacer una perfecta canción de clásico y vigoroso pop-rock. El disco incluía además una hermosa versión del «Cupid» de Sam Cooke.
Al igual que le sucede a compañeros de generación como Elvis Costello o Nick Lowe, en sus últimos discos -incluyendo un directo «Alone in America», grabado a solas con su guitarra-, Parker sigue ofreciendo ingentes dosis de emoción con sus habituales mezclas de pop, soul y rhythm and blues, escribiendo material siempre digno y audible.
Así, en discos como “Human Soul”, Graham muestra todavía nervio y energía a raudales, o en “Struck by lightning” (91), ofrece joyas como “The kid with the butterfly net” o una estupenda versión del “I´m into something good” de los Herman´s Hermitts.
Discografía Básica: Howling Wind (Mercury, 76); Heat Treatment (Mercury, 77); Live at Marble Arch (Vertigo, 77); Stick to me (Mercury, 78); The Parkerilla (Mercury, 78); Squeezing out sparks (Mercury, 79); The Up Scalator (Stiff, 80); Another Grey Area (RCA, 82); The Real Macaw (Arista, 83); «Steady Nerves» (Elektra, 85); The Monalisa´s Sister (Ellisclan, 88); Human Soul (Demon, 89); Struck by Lightning (Demon, 91); Burning Questions (Demon, 93); 12 Haunted Episodes (CNR, 95); Acid Bubblegum (CNR, 96); Deep cut to Nowhere (CNR, 2001); Your Country (Bloodshot, 2004)
Discografía recomendada en CD: Relativamente fáciles de localizar y normalmente a buen precio, los primeros discos de Graham Parker son imprescindibles. También existen diversos recopilatorios: The Mercury Years (Mercury) cubre la primera época, mientras que Look Back in Anger (Arista) dedica una cara a los años de Mercury y otra a los discos del 82 y 83. El mejor es, en cualquier caso, The Best Of Graham Parker and The Rumour, con temas de los cinco primeros discos. Todos ellos están reeditados en compacto. Para acercarse a su época en RCA es muy oportuno “The Best of Graham Parker 1988-1991”, ya que ofrece sus mejores temas de una época en la que sus discos no eran ya tan redondos. Además de todo esto, hay infinidad de recopilatorios, directos, discos acústicos, maquetas, etc. Los coleccionistas se volverán locos, pero para un aficionado no demasiado fanático todos estos discos son completamente prescindibles.