Se agradece sobremanera encontrarse de cuando en cuando con un libraco de casi quinientas páginas preñado de momentos hilarantes… y no me refiero a esos que te hacen esbozar una sonrisilla cómplice, sino a los que te empujan a descoyuntarte de la risa, a carcajearte a mandíbula batiente y que todo el autobús te mire como si fueras un psicópata… Hay bastante de eso en las páginas de la nueva entrega de Kiko Amat –y ya solamente eso sería muchísimo-; hay bastante de eso, aunque, felizmente, hay mucho más.
Seleccionado por el propio autor, el conjunto de los textos (artículos periodísticos, reseñas y críticas para medios musicales, anécdotas personales y familiares, entradas de su blog “Bendito Atraso”, biografías de algunos de sus grupos y artistas favoritos, reseñas de libros y hasta un singularísimo y revelador reportaje a la vuelta de una visita al pueblín donde se ubica la residencia vacacional de los Pujol) es inevitablemente algo irregular, pero es claramente mayoritaria la parte no ya salvable, sino ciertamente recomendable y disfrutable.
Más cerca, evidentemente, de “Mil violines” –una suerte de ensayo a partir de la sacudida emocional que pueden provocar las canciones pop en los afortunados corazones dotados de la correspondiente sensibilidad– que de sus atractivas novelas, lo que se recoge en “Chap chap” es Kiko Amat en esencia; es decir, un ingente montón de reflexiones, anécdotas, diatribas, elogios y descripciones acaloradísimamente subjetivas que acaban por componer su propio retrato, el de un tipo que te parece un genio en una página, un capullo engreído en la siguiente y hasta un alma cándida tres o cuatro más allá.
Ps: sugiero leer “Chap chap” con bolígrafo y bloc de notas a mano; si uno se aplica, saldrá de la lectura con una notabilísima lista de recomendaciones casi siempre más que atinadas: películas, libros, discos que si hasta ahora no te habías topado con ellos –algunos más o menos obvios, otros muchos no tanto-, probablemente agradecerás haber conocido.
Pablo Carrero