Constituye un verdadero placer, modesto, pequeño, sin alharacas ni vistosos fuegos artificiales, enfrentarse a la lectura de “Debut”, una recopilación de letras de canciones, memorias, reflexiones, anécdotas y pequeñas revelaciones –a veces no tan pequeñas- a propósito del cancionero y de la carrera musical de Rosenvinge, un personaje fascinante por más de una razón, como, por ejemplo, la de haber escogido casi siempre el camino más difícil por convicción; acaso también por cabezonería.
Saltándose su primerísima etapa como vocalista quinceañera de Ella y los Neumáticos –es una pena-, no reniega la hispano danesa de su etapa en Alex y Christina, sino que más bien la reivindica, reconociendo que, de un modo u otro, lo que vendría después tiene mucho que ver con aquello, aunque fuera por pura reacción. Amable y pegadiza, “Chas y aparezco a tu lado” convirtió a su protagonista en una estrella pop cuya prometedora trayectoria decidió cortar de raíz precisamente por no encontrarse a gusto en un papel del que enseguida empezó a sentirse muy lejos. Tampoco reniega en absoluto de su estupendo disco con los Subterráneos (“Que me parta un rayo”), más maduro y consistente pero también muy asequible y que logró ventas nada desdeñables.
A partir de ahí, la música de Christina –lo mismo que sus letras- fue haciéndose más esquiva, menos amable y directa. Para muchos se hizo también más seductora y atractiva. La autora explica esa deriva y el proceso artístico y personal que la han traído hasta nuestros días, y por el camino acerca al lector a una entretenida colección de vivencias y pensamientos atrapados un poco a vuelapluma, acerca de la creación, de la condición del creador o de las ventajas de las canciones sobre cualquier otra disciplina artística: “ninguna forma de arte penetra el alma tan profundamente como la música”.
Escrito con un estilo sencillo y natural, que evita, probablemente a conciencia, cualquier atisbo de pretenciosidad o grandilocuencia y con un reconfortante y plácido sentido del humor, “Debut” es una obra amable, que combina ágilmente ligereza y profundidad y que, por si alguien esperaba otra cosa, decepcionará a los buscadores de carnaza. Pero es que ella siempre fue una chica con clase, ¿no?
Pablo Carrero