Punk, audacia, actitud, rebeldía, hazlo tú mismo, arrogancia y otros cuantos de índole similar son términos que se conjugaban de continuo en algunas de las historias más apasionantes de los tiempos de la nueva ola, aquellos casi inmediatamente posteriores a la muerte de Franco, en los que las puertas del futuro parecieron abrirse de par en par. Una de aquellas historias, una de las más notables, por cierto, tiene como protagonista a un chaval de apenas quince años, criado literalmente entre bambalinas y alimentado intelectualmente con una estricta dieta a base de poesía y teatro clásicos al que sus padres le otorgan el sobresaliente regalo de dejarle vivir solo en el piso familiar del barrio madrileño de Prosperidad cuando estos deciden mudarse a su nueva casa, en el sur de la ciudad.
Ese chaval es Servando Carballar Heymann, que aprovecha su idílica posición para montar en casa un cuartel general en el que se juntaba con personajes igualmente inquietos y con ganas de hacer cosas para tocar con instrumentos más que precarios, hacer fanzines y otras publicaciones contestatarias y plantar las semillas de la que luego se convertiría en la compañía independiente más importante de los ochenta.
Aunque estos van a disfrutar de lo lindo, no se trata en realidad, ni mucho menos, de un libro hecho para los fans del Aviador Dro y Sus Obreros Especializados, sino para cualquier persona interesada en aquella singularísima época de inusitada creatividad vista desde la aún más singular óptica de Carballar y sus compinches.
Coordinado por la periodista Patricia Godes, el libro va dando voz en sus sucesivos capítulos a muchos de los personajes que intervienen con papeles protagonistas o secundarios en la historia del Aviador Dro y la de la compañía que ponen en marcha ante la imposibilidad de encontrar quien edite sus canciones: Discos Radiactivos Organizados.
La obra, de cerca de 600 páginas, se completa con material de interés variable (sus -solo relativamente- disparatados manifiestos, panfletos y carteles de conciertos, abundante y muy jugosa selección de fotografías de todas sus épocas a lo largo de estos cuarenta años, relación de sintetizadores y cajas de ritmo con lo que trabajaban y un largo y variopinto etcétera) dando como resultado un volumen de amenísima lectura.
Pablo Carrero