Humildad y paciencia. Entrevista a Pablo Carrero
Pablo Carrero: “Me encanta pensar que a algunas personas la existencia de Rock Indiana ha hecho un poco más felices algunos ratos de sus vidas”
Por Ennio Sotanaz
Rock Indiana es uno de los sellos más interesantes y prolíficos de la escena independiente española. Con veinticinco años a sus espaldas, uno de sus dos fundadores ha juntado en un puñado de páginas un jugoso montón de recuerdos, anécdotas e impresiones recabadas a lo largo del tiempo. El resultados es “Humildad y paciencia”, un libro vibrante, divertido y emotivo, que estos días pone en circulación la editorial 66 r.p.m.
Entrevistamos al autor del libro, Pablo Carrero, quien ha contado con la colaboración de Fito Indiana y de Santi Campos, Bryan Estepa, Sebastián Rubin y Ennio Sotanaz.
¿De dónde surge la idea de escribir un libro contando la historia de Rock Indiana? ¿Por qué ahora? ¿Debe interpretarse como un punto y seguido, un punto y aparte o un punto y final?
Fue un reto de Tony (Happy Losers); yo le propuse que hicieran una versión de “I´m a loser” de los Beatles y el me dijo que sí, pero que a cambio yo tendría que escribir una historia de Rock Indiana. Al principio no me lo tomé demasiado en serio, pero poco a poco fui escribiendo unos cuantos recuerdos y anécdotas que finalmente tomaron la forma de este libro.
Me propuse darle un empujón para que coincidiera con la celebración de nuestro 25 aniversario, un motivo como otro cualquier para ponerme un poco las pilas y poder terminarlo. Y no, no es ni un punto seguido, ni punto y aparte ni punto final.
Del texto se saca la lectura de que ni Fito ni tú tenías objetivos o perspectivas concretas, más allá de publicar los discos que os gustasen y que simplemente pensabais sacar el siguiente disco con los beneficios que sacarais del disco anterior. ¿Es cierto o en el fondo había un sueño algo más ambicioso? ¿Creíais que podríais seguir vivos 25 años después o realmente no había vocación de permanecer?
Cierto del todo… a priori no nos planteábamos nada en absoluto. Íbamos trabajando en función de los resultados que íbamos teniendo. No pensábamos a largo plazo, pero supongo que difícilmente habríamos creído que íbamos a durar 25 años.
¿Teníais algún modelo/referencia (no sólo musical) para Rock Indiana en el que miraros?
La verdad es que no… conocíamos en cierta medida la experiencia de sellos que nos gustaban, como Stiff en Inglaterra o la primera oleada de sellos independientes en España, pero no diría que fueron un modelo para nosotros. Sí sirvieron, quizá, de inspiración en algunos aspectos.
En el libro no aparece y, de hecho, da la sensación justo contraria, pero ¿alguna vez os rechazó algún grupo/artista?
La verdad es que no recuerdo ninguna calabaza… Sí había grupos con los que nos habría gustado trabajar pero que ya estaban en otros sellos, claro. Y, como se cuenta en el libro, también hubo alguno que no quedó contento con la experiencia indiana y cambió de escudería.
Rock Indiana nació recorriendo los garitos de Madrid en busca de ese grupo que nadie conocía. Siendo así, ¿cómo llegasteis a la posición de incorporar también bandas de otros países? ¿Supuso un problema en algún momento? ¿Cuál era la idea (o los prejuicios) que tenían esos artistas respecto a un sello español underground?
Al final, resulta que el mundillo del pop alternativo es relativamente pequeño y no es tan difícil que un grupo de Perth se entere de que en las antípodas existe un sello en el que su música podría encajar perfectamente. Cuando llevábamos todavía poco tiempo nos empezaron a llegar maquetas desde cualquier parte del planeta.
No suponía ningún problema -salvo los logísticos-, sino lo contrario: se nos abrió un panorama mucho más amplio y fichamos un montón de grupos buenísimos. No sé muy bien qué pensarían esos grupos de un sello español underground, como dices, pero siempre se han mostrado contentos de que hubiera alguien que entendiera y apreciara su música y tratara de echarles una mano para difundirla. Creo que siempre fuimos honestos con los grupos y les dejamos bien claro quiénes éramos y de lo que éramos capaces y de lo que no.
¿Qué puertas os ha abierto Rock Indiana y cuáles os ha cerrado?
Puertas abiertas: la experiencia de trabajar en algo que es una verdadera pasión; divertirnos muchísimo, conocer a un montón de gente extraordinaria…
No creo que nos haya cerrado ninguna, más allá de que el tiempo y esfuerzo dedicado a cualquier cosa no puede ser ya dedicado a otra.
¿Cómo era el ambiente de esos años 90 que refleja el libro? ¿Cómo era la relación entre los capos de los muchos sellos, fanzines, radios piratas y grupos que había entonces? ¿Había envidias o triunfaba más el espíritu colaborativo?
Creo que los primeros años 90 en España son un momento muy interesante para la música alternativa, albergando un movimiento que se ha abordado muy escasamente. Con la primera oleada de sellos independientes muy consolidada y funcionando ya en su mayoría con esquemas de multinacional (las más importantes, de hecho, estaban ya en manos de multis), se produjo un nuevo movimiento independiente más minoritario pero que dio un montón de grupos interesantes. En general, creo que sí había bastante camaradería; en nuestro caso, desde luego y salvo contadísimas excepciones, nos llevamos bien con todo el mundo y, como también cuento en el libro, en algunos casos nos ayudaron mucho en nuestros comienzos.
El libro refleja la historia de Rock Indiana desde varios ángulos, pero siempre desde dentro. ¿Cómo crees que se ha percibido esa misma historia desde fuera (especialmente desde el lado de los aficionados a la música sin conexiones con la industria)?
Es una buena pregunta, para la que no sé si tengo una buena respuesta. En ciertos momentos me ha sorprendido la percepción que tenía gente sobre todo de fuera de Madrid. A veces nos hemos encontrado con gente para la que Rock Indiana era algo verdaderamente importante. Supongo que, afortunadamente, los menos partidarios de nuestra política, nuestra filosofía y nuestros grupos no se han tomado la molestia de hacernos llegar sus impresiones. Lo que sí nos ha llegado han sido muestras casi siempre entusiastas de apoyo. Similares, por cierto, a las que veo en los seguidores de otros sellos. Para un buen aficionado a un tipo de música más bien minoritario un sello como el nuestro constituye un medio formidable para poder disfrutar de su afición favorita. Eso, desde luego, me ha pasado a mí siempre, y me encanta que nosotros hayamos sido para mucha gente ese vehículo que les ha permitido acceder a grupos que han sido realmente importantes para ellos.
A pesar de las docenas de bandas que han pasado por el sello, el texto pivota sobre un puñado de nombres muy concreto. Queda claro, por ejemplo, el papel especial que tuvo Santi Campos y en varias ocasiones te refieres también a la “familia Rock Indiana”. ¿Qué tiene de especial esa familia? ¿Cómo es? ¿Qué hace falta para pertenecer a ella?
Siempre tuvimos muy claro que solo ficharíamos al mejor grupo del mundo si podíamos llevarnos bien con ellos y que, de lo contrario, se los cederíamos gustosamente a cualquier otro sello. Entiendo que no es un criterio muy profesional, como lo explica de forma certera el propio Santi en el prólogo del libro. Quizá eso supuso perder alguna buen a oportunidad, pero no nos arrepentimos. Tampoco es tan especial; se trata, simplemente, de intentar hacer las cosas bien, disfrutando de ello lo más posible.
En cuanto a Santi, su incorporación fue una bendición y los años que estuvo en primera línea están llenos de recuerdos formidables. Él encarna todas las virtudes –y supongo que los defectos- de un miembro “pata negra” de la familia Indiana.
En el texto se simultanea tu voz con la de otras personas cercanas a Rock Indiana y en especial con la de Fito, el otro 50% de la sociedad. Curiosamente, más allá de no coincidir en la relevancia musical de los Rolling Stones, siempre coincidís en todo lo demás. ¿No existieron diferentes puntos de vista respecto a la concepción, la forma, los sueños, los mecanismos, los gustos o las reglas con las que la compañía ha funcionado todos estos años?
Una vez más, mucho antes que socios en una empresa, Fito y yo (y Santi) éramos y somos amigos. Felizmente, además, tenemos criterios similares en unas cuantas materias, incluyendo, obviamente, nuestra afición a la música. Además, creo que tenemos algunas habilidades complementarias que siempre hemos admirado, respetado y fomentado mutuamente. Creo que yo soy más impulsivo y Fito algo más pausado y reflexivo, lo que casi siempre ha dado como resultado un funcionamiento equilibrado y razonablemente eficaz. Por supuesto puntualmente ha habido discrepancias, pero creo que han sido poco relevantes.
Volviendo a lo anterior, ¿cómo era la selección de grupos? ¿Existían algunas reglas mínimas que tenían que cumplir o bastaba con que os gustasen a los dos? ¿Se rompió el consenso en alguna ocasión? ¿Os arrepentís de alguien que se quedase fuera? ¿Y al contrario?
Que nos gustasen y que nos cayeran bien (que pudiéramos llevarnos bien a la hora de trabajar con ellos) eran y son las únicas premisas. Tanto Fito como yo (y Santi, durante los años en los que estuvo “en plantilla”) hemos sido suficientemente flexibles para ceder un poco ante el entusiasmo del otro y hay grupos digamos más del gusto de uno que de otro, pero creo que en la mayoría de los casos coincidíamos de forma casi absoluta. Nunca se rompió el consenso; era y es impensable fichar un grupo que no nos convenza a los dos. Desde hace algunos años Fito vive fuera de España, y soy yo quien toma las decisiones del día a día, incluyendo fichaje de grupos, pero, aún así, tengo en cuenta su criterio y nunca se me ocurriría fichar a un grupo que a él pudiera no gustarle.
Tampoco recuerdo casos flagrantes de grupos o artistas que se quedaran fuera y nos hayamos arrepentido de ficharlos. Y el caso contrario tampoco se ha dado. Ha habido grupos que han funcionado peor de lo que esperábamos por una actitud demasiado pasiva o porque se separaron nada más sacar el disco… pero no nos arrepentimos de haber sacado esos discos.
Es el segundo libro que publicas con 66 r.p.m. ¿Qué tal es la relación con la editorial? ¿Cómo se tomaron tu idea de contar la historia de Rock Indiana? ¿Te quedan más historias que contar como para escribir un tercer libro?
La relación es muy buena; me identifico mucho con ellos porque, precisamente, funcionan con criterios muy parecidos a los que tenemos en Rock Indiana.
Cuando le presenté el manuscrito de “Letanía de Abbey Road” (el primer libro: una colección de relatos inspirados en experiencias varias de mi trayectoria como periodista musiquero) Alfred Crespo (director de 66 r.p.m.) me sugirió precisamente que añadiera más anécdotas indianas en el libro. Me lo propuse y lo intenté, pero me parecía que quizá era materia de otro libro diferente, así que aquí está ese otro libro.
Historias que contar hay muchas, y he metido mucho la tijera en “Humildad y paciencia”, pero tampoco quería acabar resultando aburrido.
Dame tres razones por las que mundo sería mucho peor si Rock Indiana no hubiese existido.
No creo que el mundo fuera mucho peor si Rock Indiana no hubiese existido, pero me encanta pensar que a algunas personas les ha hecho un poco más felices algunos ratos de sus vidas.
El libro «HUMILDAD Y PACIENCIA» está ya a la venta en la web de Rock Indiana
David Myhr habla con Brad Jones
Canción a canción: «Lucky Day» por David Myhr
Ante el magno acontecimiento de la publicación de «Lucky Day», el segundo álbum en solitario del gran David Myhr, le hemos pedido a su autor una radiografía canción a canción del mismo.
Aquí tenéis, en especial para todos los amigos de INDIANAzine, una perfecta guía con la que acompañar la escucha de uno de los álbumes del año.
“Jealous Sun”
Escribí la melodía de la estrofa y el estribillo de esta canción ya en noviembre de 2011. Mi amigo Thomas Juth me invitó a grabar en Abbey Road y traté de llegar con una canción adecuada para la ocasión (que, obviamente, era para mí un sueño hecho realidad). Al final (como puede verse en Youtube) terminamos haciendo una especie de versión de la canción que abría mi álbum Soundshine, “Never Mine”. Pero aquella melodía se quedó conmigo durante años. Sin embargo, solamente tenía siete palabras, que eran “The sun Is gonna keep on shining”. Cuando llegó la hora de grabar el nuevo disco mis dos productores (Brad Jones y Andreas Dahlbäck) pensaron que era una melodía muy potente. Brad incluso dijo, “¡vas a hacer unos cuantos amigos con esta!” Así que pensé que sería mejor intentar hacer una letra decente. Entonces mi amigo el músico y artista Bleu vino a verme al pequeño estudio donde compongo en Estocolmo en mayo de 2016 y cuando le expliqué la idea cambió la frase a “The moon is going to keep on shinning” y de ahí sacó el resto de la letra esa misma tarde. Cuando probamos la letra con mi guitarra acústica me equivoqué de nota en el tercer estribillo, y a él le encantó, así que lo mantuvimos. La radio en Suecia parece encantada con esta canción, lo que me hace muy feliz.
“My Negative Friend”
Cuando hice mi viaje a Estados Unidos para escribir con otros compositores en febrero de 2016, en Los Angeles, Nashville y Nueva York, había hablado con Young Hines sobre una posible colaboración en Nashville. Él había sacado su disco “Give Me My Change” en el sello de Brendan Benson, que yo conocí porque también salió en mi sello para Europa, Lojinx, y me encantó, así que me apetecía mucho trabajar con él. En Nashville, pensé. Sin embargo, resultó que se había mudado a Chicago, y parecía un poco excesivo conducir durante siete horas para vernos. En lugar de eso, decidimos tratar de hacer algo a través de Internet, y de esta forma esta fue la única colaboración del viaje que fue hecha 100% por Internet. Como decía Young, una forma muy ecológica de trabajar.
Había tomado prestado un apartamento que tiene La asociación sueca de compositores (SKAP) en Nueva York para escribir canciones, y allí abrí un pequeño video que Young me había mandado con la idea de la canción. Él tenía ya el título y la idea, así como lo que sonaba como la melodía de una estrofa terminada. Era bastante obvio que la canción necesitaba una típica estructura de AABA más que la clásica estructura estrofa/estribillo, así que me pasé como una hora buscando ideas para una segunda parte, incluyendo la letra para ella y la estrofa final. Cuando pensé que había encontrado la pieza que le faltaba al puzzle se lo mandé de vuelta a Young y afortunadamente pareció que le había encantado. Esta será el “single de verano” del álbum.
“Room To Grow”
Bill DeMain es otro compañero de sello en Lojinx y fui a su casa a escribir con él en febrero de 2015. Es un tío fantástico. Gran compositor, periodista musical y muchas otras cosas. Era la primera vez que nos juntábamos, y en esos casos, suele ser una buena idea empezar con pequeños fragmentos todavía poco desarrollados, y, afortunadamente, Bill tenía algo así. Tocó una idea que tenía para una canción llamada “Room To Grow” en una versión corta de una sola estrofa. Me encantó lo que escuché y le dije que era realmente bonita.
Vi que los acordes eran un poco “jazzy”, de manera que me encontraba un poco fuera de mi zona de confort, pero realmente quería contribuir con algo bueno para la canción. Después de 45 minutos de ensayo y error, improvisando melodías, cantándolas en voz alta y acompañándolas con diferentes acordes a la guitarra, me encontré con una línea de melodía que se me apareció de repente. Encajaba a la perfección y tenía tanto energía como dinamismo.
Después de ese momento de lucidez pasamos un par de horas escribiendo la letra, en la que Bill llevó, lógicamente, la voz cantante, ya que fue él quien había traído el título, “Room to Grow” y la idea principal. Al presentarme la canción me había dicho: “Normalmente cuando estoy con otra gente tiendo a repensarlo todo todo el tiempo. Entonces, en los primeros dos o tres días, ya he decidido que ‘esto no puede funcionar’ en vez de simplemente darle una oportunidad, ya sabes. Y no me refiero solo a una relación, sino a cualquier cosa”.
Los dos pensamos que de aquella sesión había salido algo realmente bueno, y sentí una gran responsabilidad para hacerle justicia cuando lo grabamos, así que le puse toda mi alma en la producción (con la ayuda de los dos productores) y no pude evitar añadir un montón de cosas: armónica, cuerdas… Cuando le enseñé el resultado final a Bill me escribió diciendo que estaba muy contento con el resultado final, lo que me hizo sentir realmente bien.
“The Perfect Place”
La primera idea que lleva a una canción puede ser cualquier cosa. Un par de notas, una secuencia de acordes, una línea de bajo, un ritmo… En los últimos años les he enseñado a mis estudiantes de composición que suele ser buena idea empezar con un título. Es una parte importante de la canción, y saber cuál es el título puede facilitar hacer el resto de la letra. Y el mismo título también puede darte ideas para la melodía.
Sin embargo, yo mismo no he usado mucho este truco, así que esta vez pensé que podría probar. Eché un vistazo a mi “hook book” (donde apunto ideas para títulos) y encontré las palabras “perfect place”. Empecé a cantar a capella probando diferentes formas de hacerlo sonar interesante y enseguida di con esta melodía con un gran corte al principio (es una novena, por si a alguien le interesa la teoría musical).
«The Perfect Place» fue la primera canción que grabamos, ya en 2014, antes de que el proyecto se convirtiera en mi aventura americana. Fue antes del viaje a América y antes de decidir que Andreas Dahlbäck y yo viajaríamos a Nashville para grabar con Brad Jones.
Hicimos la grabación en Estocolmo con Andreas como productor. Tuvo la idea de coger dos melodías del estribillo con una línea de bajo descendente y combinarlo con otra idea con otra línea de bajo descendente y hacer con ello la estrofa. Solo necesitaba encontrar un “acorde mágico” entre medias para que funcionara. Estoy muy agradecido a Andreas por su sugerencia. ¡No me extraña que haya vuelto a trabajar con él!
“Every Day It Rains”
Escribí esta canción con Steve Schiltz en su estudio de Brooklyn. Él escribe música para películas y anuncios, pero también tiene una banda llamada Longwave y otra llamada Hurricane Bells, que yo no conocía. Igual que con Bill DeMain y Young Hines, él había preparado alguna pequeña idea antes de reunirnos. Me contó que es un gran fan de las producciones de Brad Jones, sobre todo de los discos de Josh Rouse, así que de forma inconsciente (o puede que consciente) la idea que tenía sonaba como lo que podría haber sido una canción de Josh Rouse. Me gustaba mucho su sabor acústico, y añadí una melodía antes del estribillo y todo parecía que fluía muy bien, así que empezó a grabar en su estudio, tocando batería, bajo y unas cuantas guitarras. Se suponía que era una maqueta, pero cuando la oyó Brad Jones decidió dejar la mayor parte de las grabaciones. Añadió un arreglo de flauta y un par de cosas más y ya la teníamos. Es una canción muy dulce. Es bastante triste pero también da un poco de esperanza. Es verdad que llueve todos los días, pero también es verdad que todos los días brilla el sol.
“Lucky Day”
¡La canción que da título al disco! Una sentida y un tanto triste balada que abre la cara B para quienes prefieran la versión en vinilo. Coescrita con el productor del disco Brad Jones, que además canta una armonía y toca una preciosa línea de bajo (como en casi todo el disco). Tenía esa sencilla melodía para la estrofa que necesitaba una continuación. A Brad le gustaba mucho. Me dijo: “¡Aquí tenemos algo!” Le dio vueltas a esa melodía en su cabeza durante un par de días y vino con la preciosa segunda parte de la canción.
Además, sugirió con delicadeza cambiar mi título, “Shitty Day”, por “Lucky Day”. Esta es la canción favorita del otro productor, Andreas Dahlbäck, quien, por cierto, hace una gran batería en ella. Si se fija uno, se puede notar que la batería que está un poco más inclinada al canal derecho… ¡muy retro, pero muy guay!
“If You Really Think It’s Over”
Hace un par de años, mi amigo Jimmy Lagnefors, que con mucho éxito escribe música para películas suecas, hizo una canción conmigo lamada “Spellbound” a lo E.L.O. para una película, y se hizo bastante popular en la radio (es una de las pistas ocultas de la versión CD de Lucky Day). Antes de eso habíamos hecho una canción en sueco titulada “Vänta Inte På Mig” (“No me esperes”) para otra película.
Pero esta es la primera que escribimos juntos que no era de encargo. Jimmy me mandó un mensaje con una estrofa y una melodía para el estribillo e inmediatamente me metí en mi cuarto para tratar de terminar la canción. Un riff de introducción y la melodía para el puente. Los dos nos quedamos muy contentos con ello, pero no habíamos terminado la letra cuando llegó la hora de grabar en Nashville, así que Brad Jones y mi amigo y también compositor Joe Bennett la terminaron, de modo que al final somos cuatro los compositores del tema, como una pequeña comunidad.
Curiosamente, se convirtió en una canción un tanto conmovedora, un poco diferente de mi estilo habitual. No puedo decir a qué suena… ¿A Crowded House? ¿A los Hooters? En cualquier caso, grabé una mandolina, que es algo que solo toco una vez cada diez años.
“Wait Until The Moment”
La historia completa de cómo surgió esta canción la contaré pronto en mi canal de Youtube, en un especial de una hora titulado “David Myhr in conversation with Brad Jones”. Pero por ahora puedo decir que la hice con Brad, quien cogió mi idea inicial de piano uptempo y la convirtió en algo que a mí me parece precioso, con un toque muy relajado en plan bossa nova. Pasó de power pop a… ¿cómo llamarlo? ¿Yacht rock? ¡Decídelo tú mismo!
En esta canción está uno de mis versos favoritos del disco: “Break my heart a little and I’ll do the same for you” (“rómpeme un poco el corazón y yo haré lo mismo”), que era una estrofa que Brad había tenido por ahí durante años a la que finalmente le encontró un hueco.
Fue ya en mi viaje de 2015 cuando la hicimos y grabamos una versión en maqueta sobre un loop que había sacado Brad y acompañándola con la guitarra española que finalmente aparece en la grabación definitiva. Me enseñó cómo creía que la canción debía ser cantada. Para no olvidarla, me pasé media noche solo haciendo una sesión nocturna de grabación de voz hasta que pensé que lo había conseguido.
Resultó, dieciocho meses después, cuando grabamos la versión definitiva que Brad estaba muy satisfecho con aquellas grabaciones nocturnas, así que decidimos dejarlas tal cual.
“Lovebug”
Linus of Hollywood y yo escribimos esta canción en su casa de Pasadena. Fue el segundo día de mi viaje en EEUU. Conocí a su mujer Augusta y a su encantador perro Louie, y durante la charla inicial estuve jugando con el perro y Augusta dijo: “es un bichito” (“lovebug”). Linus y yo en seguida nos pusimos a darle vueltas a la expresión medio en serio, medio en broma, pensando que podría ser el título de canción del día.
Linus me contó que, justo antes de que yo llegara, estaba tocando la guitarra y había sacado la melodía de una estrofa, “lenta y bonita” que quería enseñarme. Aunque sencilla y corta, la idea se convirtió en una estrofa muy sólida y una melodía para el estribillo. La idea de la melodía y las armonías, en un ritmo 6/8, me sonaban de maravilla, pero añadí una parte al final del estribillo que me llevó a sugerir un final alternativo, medio improvisando una nueva melodía que Linus aprobó encantado.
El puente para la canción salió enseguida y lo hicimos juntos en unos minutos. Fue una de esas canciones que simplemente “suceden”. Después de unos 45 minutos teníamos la melodía, y tardamos un par de horas en hacer la letra. Linus pensó que podíamos usar la idea del título sobre la que habíamos estado bromeando y sugirió la frase, “Where did you go my little lovebug?” sobre las notas que yo había sacado para el estribillo. Nos gustó tanto escribir juntos que hicimos otra canción al día siguiente, justo antes de salir yo para Nashville. Poco después organizamos una gira europea juntos que llamamos “Melody and Madness”, lo mismo que haremos en California este verano.
Brad Jones sugirió algunos arreglos realmente bonitos en esta canción, incluyendo órgano y un contrabajo.
“The Only Thing I Really Need Is You”
La mayoría de las canciones de Lucky Day están co-escritas con compositores americanos. Pero esta canción, junto con “The Perfect Place”, la escribí yo solo y es la canción que cierra el disco. En 2011 me habían dado las llaves de un nuevo estudio en la isla de Södermalm, en Estocolmo. Tenía un pequeño patio y ese día hacía un sol espléndido, así que salí con la guitarra y empecé a tocar tranquilamente. Cada cierto tiempo me salen ideas muy a lo McCartney, y esta vez fue una de ellas. Lo grabé y lo guardé durante años, pero pensaba que tenía algo. Me gustaba porque me sonaba a algo consistente, a pesar de su simplicidad.
Cuando le mandé unas cuantas ideas a Brad Jones antes de la grabación, esta fue una de las que eligió, así que tuve que escribir la letra. Empecé a pensar en qué es lo que necesitamos en la vida e hice una pequeña lista: agua, comida… Pero lo más importante (pensando en Paula, mi mujer)… ¡tú!
Brad sugirió que mantuviéramos los arreglos y la instrumentación muy sencillos, basándose en el mismo sentimiento que había reflejado en la maqueta original. Un par de semanas después de volver de Nashville, resultó que un antiguo estudiante llamado Theo Stocks estaba allí grabando con Brad, así que se me ocurrió decirle a Brad que le pidiera a Theo que tocara el pedal steel en un par de canciones. Hizo un trabajo fantástico y lo gracioso es que el toque “Nashville” de esta canción es gracias a este joven estudiante sueco.
The Crépitos: “Los 90´s fueron una época maravillosa para el rock en este país”
Fue una de las bandas más inquietas, activas y, sobre todo, genuinas y personales de la escena alternativa de mediados de los noventa. Desde el rock de garaje más potente hasta el power-pop más melódico y accesible, casi cualquier estilo que aunase melodías y guitarras cabía en la paleta de influencias de The Crepitos. Durante el relativamente poco tiempo que estuvieron en activo en su primera etapa grabaron una arrolladora colección de de espléndidas canciones repartidas en un montón de discos de diverso formato, recalando buena parte de ellos en el catálogo de Rock Indiana. Hablamos con Juancho y Juan, dos de sus miembros originales, a propósito de los dos conciertos con los que el próximo fin de semana (viernes 23 en Madrid y sábado 24 en León) celebran el 25º aniversario de su formación.
¿Cómo surge la idea de reuniros para celebrar vuestro 25º aniversario? ¿Ha resultado fácil?
Juancho: La idea surgió en León el pasado mes de noviembre. Juan vino a tocar con Son Ciempieses (el grupo que tiene en UK) y ese día nos juntamos casi todos los miembros de The Crepitos. Esto hacía muchos años que no sucedía, y en la cena surgió la idea de montar un fin de semana para celebrar nuestro 25º aniversario. Hace doce años desde el último concierto de reunión y nos hace mucha ilusión. Fácil no es, ya que cada uno vivimos en un sitio distinto: Valencia, Burgos, Madrid, León y Lincoln (UK).
Juan: Siempre hemos estado en contacto porque somos sobre todo muy buenos amigos. Si hubiéramos podido tocar más a menudo lo habríamos hecho. Por fin ha coincidido un momento en que a todos nos venía bien; hemos alquilado un local de ensayo en el hiperespacio y adelante!
Os formasteis en una época de mucha actividad en la música en España, con el nacimiento de muchos sellos, fanzines y un montón de grupos, ¿cómo recordáis aquellos tiempos?
Juancho: Los 90´s fueron una época maravillosa para el rock en este país. Había un montón de sellos y grupos, una escena mucho más rica que la existe en estos momentos. Y sobre todo la gente más joven participaba en ello; quiero decir que la gran diferencia con lo que vivimos en estos momentos es que entonces veías chavales de 20 – 25 años en los conciertos cuando ahora nos está tocando vivir una época en la que es difícil ver a gente de menos de 40 años en los conciertos (salvo una minoría…). Aquellos tiempos los recordamos como un momento muy especial en el que todo era muy excitante y divertido. ¡¡Nos lo pasamos muy muy bien!!
– ¿Qué grupos eran vuestros favoritos? ¿Qué discos de aquella época han aguantado mejor el paso del tiempo en vuestra opinión?
Juancho: Nuestros favoritos eran bandas como Sex Museum, Los Protones, Los Berracos, Nuevo Catecismo Católico, Los Buges… no sé, la parte más rockera de la escena. Ten en cuenta que también era la época del Noise Pop y demás; quiero decir que por un lado estaban los grupos con los que teníamos una cierta afinidad en gustos e influencias y por otra lo que estaban más de moda : grupos pop que desde mi punto de vista carecían de buenas canciones y de actitud (no citaré nombres…). Citaré tres discos favoritos que me vienen a la cabeza: “Sparks” de Sex Museum, “Atomic de Los Buges” y “Nothing to say” de Los Protones.
¿Cómo era la escena en León? ¿Grupos de los 80 como Los Cardiacos o Los Flechazos eran un referente o preferíais tirar por otro lado?
Juancho: La escena en León en los 80´s y los 90´s fue muy rica en grandes grupos y canciones. Sempre hubo mucho movimiento en la ciudad. En la epoca de The Crepitos había en León unos diez bares donde se podía escuchar muy buena música, cosa que ahora no hay prácticamente en ninguna ciudad. ¡¡Fueron muy buenos tiempos para ser un joven rockero!!
Los Cardiacos y Los Flechazos fueron grupos que nos gustaron mucho y con los que teníamos mucha relación, y otros menos conocidos como Los Positivos, Buffalo o Las Besttias. Si que podría decir que Los Cardiacos fueron un referente, por lo menos para mí… diría que son el grupo más infravalorado de la historio del rock de este país.
Juan: La verdad es que León en aquella época era alucinante. Los Cardiacos y Los Flechazos tenían una calidad y autenticidad que creo influyó mucho en la cantidad y calidad de grupos que se formaron. Sin olvidar a los Salamanders, el grupo de Juancho, que ya estaban repartiendo caña garajera a finales de los 80. Y todos los garitos donde se podía escuchar buena música, el Platón, el Berlín y tantos otros… era increíble, continuamente descubriendo bandas nuevas y viejas, intercambiábamos discos y las famosas casetes recopilatorias. Todavía tengo unas cuantas por ahí.
¿Cómo valoráis ahora lo que grabasteis?
Juancho: En general lo valoro muy positivamente. El 80 por 100 me gusta mucho y pienso que ha envejecido muy bien. Creo que Juan Herreros es un grandísimo compositor de buenas canciones. La cagamos un poco con el LP (“Pop 3000”), pero después nos sacamos la espina con el recopilatorio.
Juan: Ignacio y Octavio también participaron en la composición, y mis canciones favoritas son precisamente aquellas. En cuanto al LP, fue curioso, ya que cuando lo hicimos habíamos grabado tantos singles, EPs y un miniLP, con lo que nuestro primer LP fue un poco como “el difícil segundo LP”… nos faltaba material y lo hicimos un poco a la carrera.
Trabajasteis con diferentes sellos, ¿cómo fue cada experiencia?
Juan: Desde que grabamos la primera maqueta no paramos de grabar cada poco y fue una experiencia increíble. Flipábamos en el estudio. Tuvimos la suerte de poder grabar casi todas las canciones que hacíamos aunque en algunos casos casi antes de tenerlas terminadas, jaja… pero eso nos empujaba a ensayar y componer, después presentar los singles en directo, hacer nuevos contactos, volver al estudio. Todo el mundo, desde Snap, Shangri-La, No Tomorrow, Submarine, y por supuesto Rock Indiana, se portó genial con nosotros. Éramos todos fans de la música haciendo algo para divertirnos.
¿Nunca encontrasteis la compañía adecuada o, al contrario, todas fueron las idóneas en cada momento?
Juancho: Siempre tuvimos mucha suerte y muy buenas experiencias en ese sentido. Fue un placer poder trabajar con todos esos sellos que apostaron por nosotros. Yo diría que nuestra compañía era Rock Indiana, con quien sacamos más de la mitad de nuestro catálogo, y que el resto eran colaboraciones puntuales. Siempre nos entendimos a la perfección con todos.
The Crepitos llamabais la atención por la gran variedad de estilos que combinabais, ¿Cuáles eran vuestros gustos entonces? ¿Os gustaba más o menos lo mismo a todos o era el resultado de mezclar las influencias de cada uno?
Juancho: Éramos, y somos, grandes consumidores de música. Yo creo que el secreto era no tener prejuicios y dejarnos llevar por nuestros gustos.
Nos gustaba el rock en todas sus vertientes: garaje, punk, pop, country, psicodelia, hard rock, pub rock, nuevo rock americano, power pop, new wave… Intentábamos no encasillarnos, simplemente disfrutar haciendo lo que nos gustaba.
Después cada uno tenía sus gustos, pero coincidíamos en un montón de cosas. En esa época nuestros grupos favoritos eran Young Fresh Fellows, Redd Kross, Teenage Fanclub ….y cosas más clásicas como Flamin Groovies o Thin Lizzy . Y había mucha influencia de las bandas americanas de los 80´s y 90´s, como Long Ryders , Green on Red o Dream Syndicate. También mucha new wave : Joe Jackson, Graham Parker… el revival garagero de los 80´s: Fuzztones, Lyres, Cynics….
Juan: La lista es infinita, somos grandes fans de innumerables estilos con el nexo común de la guitarra… añadiría algunos nombres como Neil Young, Byrds, Tom Petty, Ramones, Dr Feelgood, Blue Oyster Cult, Rory Gallagher, Violent Femmes, y mucho más. No nos cortábamos a la hora de meterlo todo en la batidora thecrépita.
Las cosas han cambiado mucho en estos veinticinco años, ¿en qué para mejor y en qué para peor?
Juancho: En general todo ha cambiado para peor: va menos gente a los conciertos, no se venden discos… ¡¡y somos más viejos !!
Qué echáis de menos de los viejos tiempos?
Juancho: Pues la frescura y lo divertido que era todo. Para mí era muy excitante cada vez que nos subíamos en la furgoneta. Nos pasaron mil aventuras de todo tipo; ten en cuenta que hicimos casi 200 conciertos en unos pocos años. Éramos de los grupos más activos que había en esa escena.
Cada miembro del grupo ha seguido su trayectoria, unos en la música y otros no tanto, ¿hay posibilidad de ver una continuidad al grupo o se trata solo de estas dos actuaciones?
Juancho: En principio no, la idea es tocar solo estos dos conciertos. Será algo puntual, pero quién sabe… ¡¡nunca digas nunca jamás!!
Juan: Estaría bien preparar un par de canciones nuevas para un EP, quizá para el treinta aniversario, jeje.
Acabáis de sacar un cd en directo, ¿cómo y por qué ahora un disco en directo?
Juan: A pesar de haber pasado tanto por el estudio éramos un grupo de directo, y disfrutábamos como enanos viajando aunque fuera para tocar delante de quince personas. Este CD es una buena muestra, en León y con nuestra formación más estable, con Octavio.
Juancho: Es un concierto del 94 que suena muy bien y es un fiel reflejo del directo del grupo, llevaba tiempo con la idea de editarlo y el aniversario ha sido una buena disculpa. También va a salir dentro de poco un single con dos versiones inéditas.