ESCOBAR, EL PATRÓN DEL MAL, es una magnífica y tremenda serie colombiana (o telenovela como dicen por allá) que no me cansaré de recomendar a todo aquel que quiera tener una experiencia inolvidable en compañía de uno de los personajes más fascinantes del siglo XX. Eso sí, la experiencia solo será completa para todo aquel que tenga la paciencia de visionar entera su única temporada… de 113 capítulos… Orgullosamente puedo decir que hace pocos días completé mi experiencia que en pequeñas dosis me ha llevado más de un año y que una vez terminada, no puedo sino echar ya de menos la compañía de unos inolvidables personajes, cautivadores y entrañables a pesar de su catadura moral.
La serie narra la historia de Pablo Emilio Escobar Gaviria, todo un modelo de ambicioso emprendedor con gran ingenio y ambición, que llegó a ser el traficante de droga que consiguió acaparar el 80% del tráfico mundial de cocaína y según algunas estimaciones, ser el tipo más rico del planeta. Un personaje que podría haber llegado a adueñarse de medio mundo (prácticamente era dueño de Colombia), pero al que sus delirios de grandeza y su enorme ego le llevaron a convertirse en un sanguinario terrorista y a una precipitada autodestrucción.
El guión de ESCOBAR se basa en documentos periodísticos y testimonios reales y ha contado con la supervisión de algunos de los familiares de las propias víctimas. Además se mezclan imágenes reales de archivo que permiten hacerse una mejor idea de la magnitud de algunas acciones, así como alabar el excelente trabajo de caracterización de los actores.
En Colombia la emisión de la serie fue un acontecimiento nacional con unos índices de audiencia que paralizaban el país. Pero claro, para ellos la historia es muy cercana en todos los aspectos, incluyendo el conocimiento de primera mano de las atrocidades cometidas por el personaje. Un personaje deslumbrante e inolvidable en su interpretación por el genial Andrés Parra, un actor que me temo va a quedar marcado por su personaje para siempre, al estilo de James Galdonfini y su Tony Soprano. Desde luego para mí el Pablo Escobar de Parra se ha colado entre los más inolvidables personajes del mundo de las series.
Lejos del glamour con el que el cine americano suele retratar a los mafiosos y grandes delincuentes, aquí todo es mucho más cutre y alejado de cualquier glamour. Una cutrez que hace mucho más real la historia de un personaje bastante gañán que simplemente con su pandilla de violentos quinquis como ejército, consiguió poner contra las cuerdas a todo un país. Aunque algunos estén cambiados, los nombres de los lugartenientes de Escobar lo dicen todo: el Chili, el Topo, el Marino, el Buitre, Candonga… Vamos que para entendernos, los personajes son más cercanos a ‘Perros Callejeros’ que a ‘El Padrino’ y a veces podría parece casi un guión de Azcona y Berlanga si no fuera porque lo que cuenta sabemos que es escalofriantemente real. Sirva como ejemplo esta genial frase que Pablo Escobar le lanza al Coronel de la Policía de Medellín:
“Coronel: le tengo dos noticias, una buena y una mala. La buena es que le voy a dar dos alternativas. La mala es que tiene que tomar una decisión inmediatamente. Usted me recibe 100.000 dólares mensuales, a partir de hoy, para brindarle toda la protección necesaria al cartel de Medellín y que se maneje fuera de problemas con la ley, o yo le mato a usted el papá, la mamá, los tíos, a su esposa María, al niño Santiago, a la niña Pilar, hasta a su abuelita. Y si su abuelita ya está muerta, yo se la desentierro y se la vuelvo a matar”.
Lo más tremendo de la serie a mi juicio, no es en sí el personaje de Escobar, sino cómo pudo llegar donde llegó gracias a la miseria, corrupción y desorganización de un país que el tipo supo utilizar en su provecho.
Para poder llegar a disfrutar plenamente de esta gran serie, recomiendo a los que como yo, estamos demasiado acostumbrados a las producciones anglosajonas, algo de paciencia hasta conseguir meterse de lleno en unas formas narrativas que indefectiblemente tenemos asociadas a los culebrones de medio pelo. La aventura merece la pena y la conclusión: que una telenovela colombiana con sus diferencias formales puede ser tan buena como las mejores series americanas o británicas.
Deja una respuesta