Graham Parker parece vivir un buen momento. Habituado a una vida apacible en la que actuar en solitario en pequeñas salas o bares ante una audiencia casi siempre ciertamente reducida se ha convertido en una grata rutina que le permite pagar sus facturas sin grandes agobios, quien fuera en su día una de las figuras más prominentes de la nueva ola británica sigue en la brecha, haciendo discos acaso no tan brillantes ni fogosos como sus clásicos de los últimos años setenta y primeros ochenta, pero sí suficientemente convincentes, en los que nunca cuesta demasiado encontrar unas cuantas canciones que logran que siga valiendo la pena seguirle la pista.
En los últimos tiempos, además, se han dado una serie de circunstancias que han alterado positivamente esa existencia apacible y relajada. Para empezar, el año pasado se puso por fin a la venta “Don´t ask me questions: the unsung life of Graham Parker and the Rumour”, un sesudo, completo e interesante documental elaborado en el transcurso de los diez últimos años, en el que se narra la historia de nuestro héroe con la participación de viejos colegas como Nick Lowe o Joe Jackson, nombres de relumbrón como Bruce Springsteen, y hasta estrellas indies como Black Francis.
Por otra parte, cuando estaba preparando las canciones para la grabación de un nuevo álbum Graham pensó que estas encajaban mejor que nunca con el espíritu de The Rumour, la impresionante banda que apoyaba sus grabaciones y sus directos en sus primeros tiempos. “Les llamé –explica el londinense, con quien tuvimos la oportunidad de hablar coincidiendo con su reciente visita a España, en gira acústica conjunta con el excelente guitarrista Brinsley Schwarz, su fiel escudero desde los viejos y buenos tiempos-, y fue más fácil de lo que pensaba. Enseguida estuvieron dispuestos a venir. La verdad es que para mí fue un placer encontrarme con ellos después de tanto tiempo, y comprobar que nos entendíamos perfectamente, como si hubiéramos estado ensayando la semana anterior…”
Lo que no sabían Brinsley Schwarz (guitarra), Martin Belmont (guitarra), Steve Goulding (batería), Andrew Bodnar (bajo) y Bob Andrews (teclados) es que el viaje venía con sorpresa incorporada: “¡les llamé para que vinieran a tocar en mi nuevo disco y acabaron metidos en una super producción de Hollywood!”
El caso es que el productor, actor, guionista y director Judd Apatow llamó a Graham para ofrecerle un papel en su película “This is forty”: “Me llamó justo cuando acabábamos de acordar la grabación del disco con The Rumour, así que Judd se quedó encantado con la idea de que aparecieran también ellos en la película”
Para Graham fue toda una aventura: “para mí ese mundo es algo totalmente ajeno, pero la verdad es que fue muy divertido tener de repente a un montón de fotógrafos pendientes de nosotros y estar durante un rato en una especie de burbuja… nos ofrecieron limusinas para ir al estreno, pero la verdad es que yo prefería ir caminando tranquilamente; me decían que era peligroso y cosas así, pero ¿quién se va a fijar en un tipo como yo? Fue gracioso pasar del anonimato más absoluto a tener la sensación de que, de repente, todo el mundo me conocía y era fan de mi música. Eso sí, igual de fugazmente, todo el mundo se olvidó de mí”
– Lo que supongo que no sería un gran problema para ti…
– No, claro, que no. Me encanta haber vivido esa experiencia, pero prefiero una vida más tranquila. La idea de tener un montón de fotógrafos en la puerta de mi casa no me resulta muy sugerente, la verdad… Mi vida no es esa, sino la de un currante de la música, y estoy contento con ello.
– En otras épocas de tu carrera tus discos se vendían razonablemente y hasta tuviste algún que otro éxito importante en las listas, ¿echas de menos un mayor reconocimiento o repercusión?
– Bueno, todo es relativo; yo estoy contento con poder seguir viviendo de mi música, y, aunque a estas alturas ya nadie vende discos, el hecho de que unas cuantas personas en diferentes partes del mundo estén pendientes de comprarse cada nuevo disco que edito es en realidad un privilegio, así que no me quejo.
– Haber vuelto a tocar con The Rumour ha hecho que recuperes canciones que quizá hacía mucho tiempo que no tocabas, ¿cómo te ha resultado volver a tocarlas?
– Sí, es verdad; hay un montón de canciones, y como en los últimos años he tocado sobre todo en solitario, eso me condiciona un poco y me hace elegir unas canciones y descartar otras. Con la banda ha sido diferente, claro, y ha sido un placer tocar esas canciones, sin duda.
– ¿Cuál es tu relación con tu propio repertorio? ¿Tienes tus canciones preferidas y, al contrario, hay canciones que no te gusta tocar?
– Me llevo muy bien con mis canciones, y no, no tengo problema en tocar cualquiera de ellas. Afortunadamente, no hay ninguna canción en particular que me defina especialmente, sino que son muchas las que lo hacen. Entiendo lo que dices de tenerle manía a alguna canción, pero supongo que eso le pasa a los músicos que tuvieron un gran éxito con una canción en particular o algo así, y no pueden dejar de tocarla porque es lo que se espera de ellos. No es mi caso. Además, cuando me canso de tocar alguna, la dejo en la nevera una temporada y la sustituyo por cualquier otra…
– Una de las ventajas de tener una discografía como la tuya…
– Sí, claro, puedo permitirme cambiar las canciones en función del formato con el que esté tocando, en función de la respuesta del público… Yo siempre me he movido por intuición. La verdad es que no me como mucho la cabeza para hacer el repertorio de cada concierto.
– Pero a cada fan siempre la faltará alguna favorita
– Seguro… en todos los conciertos vienen alguien y me dice, “ha estado muy bien, pero, ¿cómo no has tocado tal o cual canción?” Me gustaría complacer a todo el mundo, pero está claro, que eso no es posible… Hace poco me pedían “Mercury poisoning”, y la verdad es que no creo que esté entre mis mejores canciones.
– La historia de esa canción sí es buena… (la canción es una venganza con bastante mala leche contra Mercury, la compañía que lanzó sus primeros discos en América, y que, a juicio de Parker, no hizo demasiados esfuerzos al respecto)
– Sí, la historia es mejor que la canción.
– ¿Cómo te ves a ti mismo como compositor?
– Es difícil responder a eso… para mí hacer canciones sigue siendo un pequeño misterio. Hay muchas veces que cojo la guitarra con la intención de hacer una canción, pero no sale nada… no sé de qué depende, o cuál es el secreto, si es que hay alguno. Cada vez es diferente, y casi siempre es bastante difícil. Al menos, me exige cierto esfuerzo.
– Después de tantos años y tantas actuaciones, ¿cómo es para ti cada nuevo concierto?
– Te puedo asegurar que disfruto de cada uno de ellos, y que todos son diferentes de algún modo. Tocar en directo es reinventarse cada vez, y eso me resulta muy saludable. Todas las canciones tienen una nueva vida cada vez que son interpretadas en directo.
– Ahora estás girando con Brisnley Schwarz…
– Sí, he tocado con Brinsley un montón de veces, pero nunca en este formato, y está resultado muy bien.
– ¿Cómo has elegido el repertorio?
– Como te decía antes, me muevo por intuición, y vamos cambiando algunas cosas de un concierto a otro; tocamos bastantes canciones de las que hacíamos con The Rumour, pero también de otros de mis discos e incluso alguna canción nueva, que irá en el próximo disco.
– ¿Estás preparando ya un nuevo álbum?
– Sí, lo grabaremos en los próximos meses, para que salga el año que viene. Lo vamos a grabar también con The Rumour, y creo que tiene muy buena pinta.
– ¿Estás viviendo en Inglaterra ahora?
– Sí, pasaré una temporada aquí. Los últimos conciertos que hemos hecho en Europa ha ido muy bien, y, bueno, está bien tener de vez en cuando 1000 o 2000 personas, como nos pasó en la gira inglesa que hicimos para presentar “Three Chrods Good” –el disco que Graham Parker editó el año pasado junto a The Rumour-. Fue muy emocionante.
– ¿Notas mucha diferencia entre el público americano y el europeo?
– La gente que viene a mis conciertos suele ser muy fan, y ese tipo de público es siempre bastante similar; gente muy entusiasta, que conoce bien muchos de mis discos…
– Siendo de Londres, tus influencias musicales son, sin embargo, más americanas que británicas, ¿no?
– Sin duda. Cuando tenía doce o trece años empecé a comprar mis primeros discos. Me encantaban aquellos ep´s de los Beatles, pero enseguida me di cuenta de que mis canciones favoritas eran “Twist and shout” o “Please, Mr Postman”, que estaban firmadas por compositores americanos. Creo que el primer álbum que me compré fue el primero de los Rolling Stones, y me pasó lo mismo. Me encantaba aquel disco, en el que todas las canciones estaban escritas por compositores americanos. Luego empecé a escuchar soul… Otis Redding me volvió loco. Por supuesto, me gustaban muchos grupos ingleses, pero siempre me gustó más la música americana.
– ¿Qué escuchas ahora?
– La verdad es que no escucho demasiada música. Cuando estoy en casa prefiero ver documentales de naturaleza en la tele… Escucho cosas sueltas en la radio, pero no te podría decir ningún nombre. Por ejemplo, todo el mundo habla de Arctic Monkeys, y no sabría decirte si los he escuchado alguna vez o no. El último disco nuevo que realmente escuché mucho fue “Back to black”, de Amy Winehouse, que me parece un disco fantástico. Amy era muy auténtica, una gran artista… su historia me da mucha pena; estoy seguro de que habría hecho grandes cosas.
– ¿Y tus viejos camaradas, como Elvis Costello o Nick Lowe?
– Siempre que escucho algo de Elvis Costello me agrada comprobar que mantiene un nivel de calidad muy alto; todo lo que hace está bien. En cuanto a Nick, creo que sus últimos discos son fantásticos, probablemente lo mejor que ha hecho nunca.