Acabo de terminar de ver la primera y de momento única temporada de la versión americana de HOUSE OF CARDS cuando hace pocos meses pude disfrutar de las 3 temporadas de la versión británica que la BBC emitió hace más de 20 años. Y el primer pensamiento que me ha asaltado la cabeza en la inevitable comparación, viene al respecto no de la serie en sí ni de la historia en concreto, sino del esencial distinto planteamiento de las series británicas (temporadas cortas y concisión narrativa) versus muchas de las americanas (temporadas largas y mucha menos concisión derivada de la proliferación de tramas paralelas).
Posiblemente los creadores de la versión americana eran conscientes de la dificultad de conseguir algo parecido a lo que conseguía Richardson en le versión inglesa: mantener él solo la serie. Esto es especialmente difícil si en lugar de 4 episodios quieres hacer 12, con lo que claramente han intentado cubrirse las espaldas haciendo que la serie sea más «coral» con varias subtramas paralelas e intentando que los personajes secundarios tengan mayor relieve y personalidad.
La versión americana, producida por Netflix, supone una de las primeras series de gran presupuesto realizada por una cadena, no de TV convencional, sino de internet. Todo un síntoma del cambio de los tiempos y de la rapidez y agilidad de algunas empresas en adaptarse a ellos… Lástima que casi nada de esa agilidad se haya transmitido a la pulsión narrativa de la serie, cuya historia avanza menos en 12 episodios de su primera temporada que en los cuatro episodios que componían la primera temporada británica. Todo un claro ejemplo de lo mencionado en el primer párrafo.
En general, con la evolución que ha sufrido el lenguaje cinematográfico de las series de TV en los últimos años, suele suceder que muchas series «antiguas» no soportan demasiado bien el paso del tiempo. No es el caso de la original HOUSE OF CARDS que fue todo un bombazo en 1990 cuando fue emitida por la BBC en los últimos días del gobierno de Margaret Thatcher y que a pesar de que se perciben ciertos rasgos «anticuados», hoy en día se puede seguir viendo como una magnífica serie con una agilidad narrativa muy superior a su homónima norteamericana.
El argumento cuenta la historia de un político manipulador y sin escrúpulos que no duda en utilizar cualquier arma para llevar a cabo su maquiavélico ascenso al poder. Y si algo queda claro viendo ambas series, más todavía en la inglesa, es que la historia gira absoluta y totalmente en torno al personaje protagonista (Francis Urquhart en la primera y Francis Underwood en la segunda), con una narración casi en primera persona donde incluso sus pensamientos son manifestados hablando directamente a cámara. Es evidente que el actor elegido para tal personaje tiene un peligroso regalo entre manos ya que la responsabilidad ante el espectador es casi toda suya. Es como el futbolista que tiene la responsabilidad de tirar un penalty definitivo. Seguramente todo el equipo ha contribuido a crearle esa situación, pero llegado el momento todos los focos se dirigen en solitario hacia él… Y ocurre que mientras Ian Richardson el memorable actor protagonista británico, marca el penalty por toda la escuadra, Kevin Spacey intenta lanzar bien y ajustado, pero la pelota da en el palo…
No quiero cargar demasiado las tintas sobre la actuación de Kevin Spacey que además personalmente es un tipo que siempre me ha caido simpático y al que considero buen actor. El problema quizás es que cuando haces un remake las comparaciones son inevitables y en este caso el amigo Kevin compite con un pedazo de actor increible, de esa escuela británica que casi siempre se asocia con Shakespeare y que como Francis Urquhart realizó una actuación absolutamente memorable e inigualable ni por Spacey ni posiblemente por nadie. De verdad, creo que hay que ver la versión británica de HOUSE OF CARDS solamente para disfrutar de la interpretación de Richardson. Seguro que muchos podrán cuestionar cualquier otro aspecto de la serie, pero no creo que haya nadie que no se rinda ante un personaje tan brutalmente memorable.
Posiblemente los creadores de la versión americana eran conscientes de la dificultad de conseguir algo parecido a lo que conseguía Richardson en le versión inglesa: mantener él solo la serie. Esto es especialmente difícil si en lugar de 4 episodios quieres hacer 12, con lo que claramente han intentado cubrirse las espaldas haciendo que la serie sea más «coral» con varias subtramas paralelas e intentando que los personajes secundarios tengan mayor relieve y personalidad.
Por mi parte, la memorable interpretación de Ian Richardson en particular, pero en general el haber visto previamente y hace muy poco, la versión original de la BBC, ha sido un duro golpe de cara a mi valoración del remake americano, que por otro lado, es bastante distinto. Creo que la versión 2013 de HOUSE OF CARDS es una muy buena serie, con algunos personajes muy interesantes pero a la que le falta un hervor… el hervor justo que sí supo darle, aunque en un guiso muy diferente esa gran cocinera de series que siempre ha sido la BBC.
Eso sí, también debo decir que solamente estoy comparando la primera temporada de cada serie ya que las siguientes dos temporadas de la inglesa, siendo también sensacionales, no aportan gran cosa a lo ya visto en la primera y son un poco más de lo mismo. Las siguiente temporadas de la nueva versión americana todavía están por llegar y por tanto están a tiempo de hacer crecer la serie muy por encima de lo alcanzado en su primera. Así lo deseo porque a pesar de todo lo dicho, voy a esperar con ganas su segunda temporada. Y es que sin ocultar mi claro favoritismo, quiero remarcar mi recomendación por ambas series.