Como personaje no me resultaba particularmente simpático y su carrera es ciertamente irregular, con un declive notable a partir de la década de los ochenta. Sin embargo, la inesperada muerte de un Lou Reed que en su día, desde luego, se había castigado de lo lindo, pero que parecía tener todavía cuerda para rato, ha supuesto un impacto serio.
Aunque los envenenados arrebatos eléctricos y el pionero ruidismo de muchas de sus más celebradas canciones conforman la esencia del sonido del grupo, ya desde el primer disco de Velvet Undreground siempre preferí la faceta más dulce y evocadora de Reed, y de su carrera en solitario “Satellite of love” es seguramente mi canción favorita. En un disco lleno de guitarras crujientes a cargo del inspiradísimo Mick Ronson, el precioso piano sobre el que se sustenta “Satellite of love” brilla con una luz mágica y delicada. La espléndida melodía y unos coros en los que tiene un destacado protagonismo la voz de David Bowie, productor del álbum, acaban por redondear una de las mejores canciones de todo su extenso repertorio.